En una grieta, la Navidad también existe.

En éstos días cuándo respiras parece que puedas respirar polvo de estrellas y positivismo. Desde hace muchos años, antes de que se acercase la Nochebuena y la Navidad, os reconozco que me sentía en tensión. ¿Por qué me sentía así? Pues porque muchos años he pasado éstas fechas con mi familia separada, amistades distantes... o he tenido que estar sola.

Con los años, he aprendido a sobrellevar mis emociones. Sé que no puedo partirme en veinte mil trocitos de mí misma para que todos puedan tener un poco de mi presencia y si me echan una mirada de esas frías por no conseguir hacerlo, he terminado por derretir esas situaciones llevándolas de la mejor forma que puedo. Al fin y al cabo, el tiempo te regala momentos felices si los buscas, decidiendo y luchando por ellos.

He dado muchísimas vueltas caminando hasta por fin encontrar mi lugar. Mi hogar, mi familia. Me han acompañado en algunos momentos personas que decían ser familia, hermanos, amigos... . En algunos momentos del tránsito me regalaron momentos muy especiales. Ahora, giro la cabeza y con una sonrisa a pesar de todo los observo desde la distancia... sin ya saber qué fui o necesitan de mí.

Fotografía: Ainoa Rodríguez Bravo

Creo que existimos en las vidas de los demás por algún motivo. Es posible que tuviesen que recoger algo de esa energía única que vive en cada uno de nosotros. A los que estuvieron y ya no están, espero que hayan aprendido de mí tanto como yo de ellos. Jamás me arrepentiré de haber mezclado mi tiempo de vida con las personas que conocí. Por muy negativas que sean algunas de las situaciones siempre se puede conseguir algo bueno de ello.

Éste año, me he reunido con parte de mi familia paterna. Dentro de mí no hacía nada más que repetirme: ''Todo saldrá bien, el amor al final vencerá, conseguiré que sonrían y que se diviertan, ¡habrá mucho chocolate, regalos, paz!... No podrá apagarme nada.'' El esfuerzo fue todo un éxito. Y todo hay que decirlo, quedé exhausta.
Desde que he aprendido a alejarme de todo lo que me consumía y vivo con mi pareja, mis días son más tranquilos, pacíficos, positivos, naturalistas, meditativos, terapéuticos... he encontrado un rincón que me deja ser yo misma al cien por cien; por una vez ese rincón no son sólo los libros.

Hacer sonreír a las personas que quieres a pesar de todo, es un gran regalo. Por dos días casi olvido de nuevo lo que era la tranquilidad, pero junto con mi pareja todo ha sido más fácil. Cuándo necesitaba algo de silencio un minuto, él me rodeaba con sus brazos y recargaba mis sentidos navideños, mis ganas de seguir dando.

Me apetecía mucho contaros que en las grietas donde he nacido... existe mucha magia. A veces es difícil verla, pero si crees en ella al final la ves.

¡Espero que estéis pasado unas felices fiestas, un feliz Yule, una feliz Noche en familia o con vosotros mismos, una Navidad muy bonita!