La vela negra.

Si os preguntáis qué hace la chica que está detrás de éste texto, os lo diré; escribe por sentir, en su cama, mientras que a su derecha hay dos guitarras con la falta de sus cuerdas, un espejo delante y un libro encima de sus piernas. En parte, hay alguna que otra mentira porque hay mucho territorio por definir, y a la vez sentimientos "indefinibles".

Cómo os lo explico, por cada tecla, que pretendo marcar un comienzo.
Solemos hablar de caminos, y a veces mientras se avanza éste desaparece junto con los gritos de nuestra mente. Mueren, por así decirlo, porque como diría Séneca, el tiempo está muerto si miras atrás, pero vive en nuestra memoria; sin nadie para verlo.

Fue verdad lo que otros fingieron, ¿o fue mentira lo que dijeron sentir? Hace mucho que "nada" es suficiente, y quién decide resurgir, lo hace entre el desvanecimiento.

Se quiere, se necesita lo que se tuvo y se añorará lo que vendrá.

Señores, me siento acogida entre el "temblor". La niña que llevo dentro, no se tapa ya los oídos en las tormentas, se queda descalza y juega entre el caos.
'La esperanza viene seguida del miedo', otra cita de Séneca; cuándo escribo con esperanza, palpita un 'ojalá' como si un deseo fuese lejano.

Miedo. Venga, qué miedo ni qué pánico. Ardo de sueños, que si se apagan o los apagan, de las cenizas los alzo. Me gusta más pensar que la esperanza, viene seguida de un sueño.

Fotografía y texto escrito por: Ainoa Rodríguez Bravo.