Buen viaje.

No hay palabras. Solo remembranza. No dejo de pensar en esa primera vez que te vi, en los regazos de mamá, justo con mis 8, apenas cumplidos.

Tus orejitas saltando, por cada movimiento que dieses; con tanta energía, la que, hasta el último suspiro seguías teniendo.

Las veces que habré llorado junto a ti. O, aquella vez que te apreté con firmeza, junto a mí, para que no te hiciesen daño; y lo conseguí.

La de minutos que me habrás hecho compañía, en todas esas horas que teníamos la casa para nosotras solas.

Se me hace raro pensar que ya no estarás, pidiéndome comida o montándote en mi cuello. Solo pienso en esa mirada que me echabas cada vez que pronunciaba tu nombre. Pienso, que ya no podremos pegarnos más carreras... .

Mi pelusa. Solo me apetece verte una vez más rascando el sofá por felicidad, echando hacia atrás tus orejas... quiero escuchar tus pasos en mitad de la noche.

Han sido 12 años. Y en ellos, has visto todo cuanto he crecido. Has recibido abrazos, causados por una ilusión, que más tarde estuvo rota. Escuchaste a ésta loca, en todo momento, aunque tú hayas sido un ángel siempre, que no hablaba.

Has formado parte de mi vida, de lo que soy, de mis sueños y, por supuesto que seguirás en presencia.

Mandy... te quiero. Creo que la necesidad de que estés conmigo aquí, es lo que más lo demuestra. Me pregunto dónde estarás ahora. Solo espero que tengas lo que mereces... ¡te mereces todo lo que puedas desear!.

Gracias, de verdad... muchas gracias. Tú me has enseñado, que hay que vivir hasta el último respirar.