La nota de mi mente, es tu respiración.

Las ruedas del automóvil, frenaron en mitad de la carretera de aquél diminuto pueblo. Mi padre, así lo permitió.

Con aires de indiferencia, abrí la puerta del coche, no sin antes haber posado mis ojos en aquél ''videoclub'', donde habíamos quedado. Él, sus amigos y yo.

- ¿Están ahí? -. Mostrando una frente arrugada y labios de piñón, actuando una preocupación, fue lo que mi padre preguntó.

- Faltan dos minutos para la hora de la quedada, no te preocupes. - Carraspeé - En cualquier momento ya están aquí -. Deseosa de que arrancase, movía mis rodillas como si pedalease una bicicleta en mente, pero con los pies pegados a la carretera.

- Está bien, luego te llamaré para recogerte. Pásatelo bien -. Me cucó un ojo, tras yo haber cerrado la puerta y mientras se alejaba, yo le dediqué una sonrisa torcida; que tenía pinta de una mueca en señal de nerviosismo.

Caminé lentamente hasta tal lugar que observé y me senté en uno de esos escalones, dispuesta a esperarles. El gentío, pasaba como si nada, pero no sé si era cosa mía o es que todos sonreían. El tiempo nos acompañaba, posiblemente fuese eso. Hay veces que parece que el sol, además de arroparte, cante. Es un murmullo que apenas se puede escuchar si no te concentras pero, cuando lo haces, te das cuenta de que hace un dueto con el silencio.

Alguien, me tapa la luz con un palpado. Sus manos. Su respiración, parece que juegue a retar esos cantos. Y logró que mi mente, se convirtiese en un grabador.

''Recuerda éste momento. No te permitas olvidar su respiración, nunca, no permitas que nada te haga olvidarlo ''. Me auto-anoté en mente.

- Preciosa -. Escuché de tus labios murmurando. Y ahí, dije tu nombre. No se puede contar cuántas veces lo dije en menos de tres segundos, pero, solo sé, que a día de hoy, no puedo nombrarlo ni una sola vez.