Y cambió la Historia.
Si acaso había dudado alguna vez de mi misma, de mis sentimientos, de mis reacciones emocionales, ése no es ya el momento. Estoy ya segura de cuánto estoy dispuesta a aguantar, y ya he sufrido bastante. Se a terminado. No lo soportaba más.
No iba a vivir ni una sola más de esas situaciones atroces, a las que asistía como espectadora a semejante desprecio hacia su persona. Y, lo que es peor, hacia su mujer y hacia nosotros, sus hijos. Ya no quería sentir nunca más que se nos apartaba, que no se nos escuchaba, que no se nos atendía. Se acabó.
Ya no quería ver más las caras de los que demostraban no tenerle, ya no cariño, sino respeto. Recuerdo pensar en el cuento del patito feo, y se me erizó la piel al recordar cómo siempre que me había sentido así por su culpa, por sus desplantes, por sus vacíos.
Decidí que debía terminar con todo eso, a pesar de que sabía que me tomarían por loca, por un susceptible patológico con afán de protagonismo. Pero me daba igual. Ya no quería sufrir más. Así que aquella jornada pasó a los anales de la historia como el día en que los asistentes a la matanza del cerdo de Villaengracia de Sabijuelo fueron testigos de la primera fuga de un cerdo y su familia de su propio destino.
Hoy por hoy, estoy con esa persona que no respetaba a su mujer y a sus hijos y por cosas de la vida ahora sucede lo mismo pero inversamente. La historia a cambiado, pero siempre habrán detalles que te harán recordar esa historia cambiada. Porque cada vez que sigo recordando ese cuento, mi piel se sigue erizando. . .
Feliz San Valentín, supongo.
Comentarios
Publicar un comentario